jueves, 14 de agosto de 2014

Hola a todos:


Estoy muy feliz de poder presentarles una gran oportunidad de hacerse con mi libro Entre las cuerdas a un precio imperdible. 

Solo por unos pocos días en Khabox Tienda podrán hacerse de  una copia digital obteniendo un descuento del 40% sobre el precio habitual.

¿Cómo se hace? 

Simple, utilizando el código de descuento que les estoy ofreciendo de regalo.


Usando el código que aparece en la imagen de arriba, podrán acceder al descuento.

¿Cómo se hace efectivo? 

Les pegaré unas imágenes que les ayudará de guía





Y de esa manera ahorran un 40% y podrán disfrutar de esta novela que en lo particular me encanta.


"Clic" en la imagen que le sigue para ir a la compra







Y ahora, para empezar a paladear esta delicia, les dejo unos fragmentos del capítulo uno.




Me sentía nervioso, era la primera vez que mi padre se había dignado a fijarse en mí, en hacer que demostrara mis habilidades. Yo había entrenado en silencio; corría, saltaba la soga y daba golpes en el saco de boxeo. Pero jamás había estado frente a frente con un oponente. Odiaba defraudar a mi padre y hacer el ridículo, pero parecía que siempre conseguía ese efecto. Ahora tenía que hacer mi mejor esfuerzo. No conocía a Xander, tal vez el chico era un buen boxeador, tal vez iba a derribarme en el primer golpe. Tal vez…
La campana sonó y volví a la realidad. Vi rápidamente el cuerpo musculoso de Xander tensarse, subir los puños en alto y arremeter contra mí. Se veía tan jodidamente caliente que me quedé quieto, mirando, esperando. El golpe llegó demasiado pronto y caí al suelo.
Había sido demasiado bueno para ser cierto. El mundo a mi alrededor se oscureció y lo último que escuché en la lejanía fueron los gritos de mi padre maldiciéndome y la dulce, rica voz en mi oído de Xander que me decía: “Lo lamento”.






Todo, absolutamente todo salió peor de lo que pensé cuando me enfrenté al hijo del Signore Petrucci. El niño era delgado, delicado y demasiado hermoso para dañarlo. Pero las órdenes habían venido directas y bien claras: “Ni se te ocurra dejar que mi hijo no sienta tus puños, muchacho”. Esas habían sido las palabras del Signore Petrucci y quién era yo para decirle “no” a ese diablo. Ese hombre daba miedo y yo no era ningún idiota. O eso pensaba, porque apenas golpeé en la cara a Dominic con mi puño cerrado y vi que sus hermosos ojos cafés revoloteaban mientras su cuerpo caía como en cámara lenta sobre el ring, gemí y casi lloré.
Me sentí como un idiota por haber caído así, de repente y sin aviso, enamorado del hijo del jefe de mi padre.

Tenía quince años y no sabía lo que era el amor… hasta ese instante.


3 comentarios:

  1. Holaaaaa!!! guauuuu que bienn!! muchas gracias Gaby!!!!!!! Que tengas un buen fin de semanaa!!!! Besos!!!

    ResponderEliminar
  2. ya aproveche la oferta jejeje gracias!!! y me voy de una a leer jejej

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Qué buena noticia, Kath
      ¡Luego me cuentas qué te pareció!!

      Saludos

      Eliminar

Gracias por dejar tu opinión. Saber qué pensás me enriquece para mejorar día a día.